Pueblo Minero


Bienvenidos al Pueblo Minero, en donde encontrarán el relato de nuestra gran vivencia como grupo en la ida a Lota. Esperemos que disfrutes de tu estadía en el pueblo, pasa por el centro de antención para mas información.
Primero que todo, ve a la siguiente entrada, y lee más sobre Baldomero Lillo, y su obra Subterra. Luego puedes seguir por el pueblo hasta la siguiente entrada, hasta encontrarte con nuestra historia.

Nuestra Historia

A continuación, les presentamos la historia de nuestro viaje.

El comienzo


Todo era normal, aunque mucho menos atareado que otros días. Nada hacía predecir la gran experiencia que se nos venía por delante. Hasta ahora la única anomalía era que el bus se estaba demorando más tiempo que el debido, hecho que nos dió tiempo para jugar algunas manos de poker a algunos, a otros, unas cuantas rondas de taca-taca, a otros, para simplemente conversar.

Hasta que llegó el momento. El bus había llegado, pero nuevamente se presentó un problema: solo llegó un bus, que pertenecía a los dominios del 1° B. El de nuestro respectivo curso, 1° A, al parecr andaba de parranda. Aprovechamos nuevamente el tiempo, llendo a comprar al negocio de la esquina, el conocido, Pancitos, y luego nos sentamos afuera del bus que ya estaba ahí, mientras conversavamos distintos temas de poca relevancia.
Finalmente, el bus llega, con aproximadamente diez minutos de retraso. Más vale tarde que nunca. Nos aventuravamos a una gran vivencia. El viaje en bus, fue muy entretenido, como todos los viajes en bus con nuestro curso. Muchas fotos, risas, bromas, etc. A pesar de todo, se esperaba algo mucho mejor para el resto del día.

Tierra a la vista

En el camino a Lota, observamos varios paisajes muy hermosos, como la conocida Playa Blanca, o algunos valles al lado del mar, o la iglesia de la comuna.
Al fin llegamos. Todo el bus se paró para poder coger sus bolsos y mochilas. La bajada fue un poco caótica; todos buscaban llegar a las puertas del parque lo antes posible. A la bajada había un puesto con recuerdos, los cuales todos consistían en un trozo de carbón adornado.
En la entrada, se encontraban dos esculturas, cada una ubicada a un lado del portón. Eran leones, pintados de color dorado, tal como si fueran hechos de oro. Dichos leones, estaban pisando a un cocodrilo. Tomamos algunas fotografías, y entramos al parque, pero solo a unos cuantos metros.
Ya dentro, nos dimos cuenta de que habían algunos puestos en donde vendían artesanías. Al frente de estos habían unas casas muy vistosas, con unos pórticos muy lindos, en donde aprovechamos de fotografiarnos.
Luego de un rato, los profesores nos llamaron, y nos indicaron ir hacia un lugar que estaba al lado de donde estaba estacionado el bus. Era como un patio, muy lindo, bordeado de pasto. Hacia un costado de este, había una bajada, hacia una especie de galpón. Hacia ese lugar teniamos que dirigirnos.

Encuentro con Alba-Edison

El galpón en el que habíamos entrado, era un museo interactivo, llamado, Museo Big-bang. En este había un hombre, vestido de época antigua, y nos indicó un escenario que había a la derecha, en una esquina del galpón, esquina que estaba cubierta por una galería para el público. Algunos quedaron sentados en el suelo.
Costó que los chicos se callaran, aunque para nuestros profesores no era una novedad que digamos. Comenzó a hablar el hasta ahora extraño personaje, y vaya buena forma de hablar. Tenía un timbre, volumen y entonación únicos. Como experimento inicial, les pidió a las personas que estaban en la galeria que se corrieran hacia la izquierda, para que se pudieran sentar las máximas personas posibles. Fue todo un problema. De esta forma, nos demostró lo complicado que hacíamos las cosas al no usar el método científico: el pensar.
Luego nos demostró otras cosas interesantes a través de experimentos, como que la fuerza centrífuga no existía, sino que la fuerza centrípeta si. O la fuerza eólica, o la energía eléctrica. Esto fue acompañado de un lindo discurso ético, sobre el cariño a los padres. Luego nos develó que el personaje que interpretaba era Thomas Alba-Edison, uno de los grandes científicos de la historia.
Despúes de esto, nos invitó a indagar las distintas muestras y experimentos que habían en el museo. Habían juegos de electricidad, equilibrio, fuerza, el típico aro para hacer burbujas, todo muy bonito. Pero uno de los que se robó la película, junto a la cabina de espejos, fue la pequeña y cuadrada tabla en el piso que daba vueltas y vueltas, y te hacía quedar muy mareado. Luego, terminando de ver todos los experimentos, los profesores nos indicaron la salida, para descansar un rato.

Paso por el Museo Histórico

Después de salir del museo Big-bang, volvimos al patio, en donde subimos hacia un costado del que era el museo Histórico de Lota. Atrás de este, había un hermoso paraje, con una pileta, y matorrales, que hacían de esa una imagen única.
Tuvimos un tiempo para comer, mientras que entraba el 1°B. Luego, fue nuestro turno. Al entrar, se podía apreciar que la casa estaba en perfecto estado, y era exactamente como una casa de la época antigua. Habían distintas habitaciones, con distintos artilugios, como frascos valiosos, cuadros, etc. Pasamos a una sala en donde existían distintos artefactos mineros, como linternas o picas. También había una hermosa muestra de taxidermia: un pavo real en toda su magnificencia. Se nos dió a conocer la biografía de Isidora Goyenechea, esposa de Luis Cousiño, hijo de Matias Cousiño, iniciador de la explotación a gran escala de carbón. En la misma sala, en la parte posterior, se encontraba la recreación de una pulpería, lugares en donde se conseguían los productos para el hogar.
Salimos de la sala, seguimos por el pasillo, hasta encontrar una escultura de Matias Cousiño, y una representación a escala de la iglesia de Lota. Luego subimos por las escaleras, en cuyas paredes estaba repleto de fotos de la época. Al terminar de subir, nos encontramos con un gran cuadro, talvez de dos metros de alto, en donde estaba pintado Matias Cousiño. Luego, pasamos a la sala de la mujer lotina, en donde habían artículos de uso diario que las damas ocupaban en la época. Salimos nuevamente, y nos dirigimos hasta el final del pasillo, para encontrarnos con las ventanas que daban hacia afuera, en donde había un gran barco a escala, y otras muestras.
Terminamos de ver todo el museo, y bajamos, dirigiéndonos a la salida. Era el turno del gran parque.

El Parque


Al salir del museo, nos dirigimos hacia la entrada del parque Isidora Cousiño, esa entrada en donde estaban los leones y los puestos con artesanías.
Nos adentramos. Era una muestra totalmente natural. Todo estaba rodeado de árboles enormes, plantas curiosas, e incluso animales, eso si, enjaulados. Por ejemplo, los pavos reales. Magníficas especies, que se encontraban generosas, y nos regalaron todo su esplandor al abrir su gran y hermosísima cola. O las otras aves, como canarios, palomas y otros. A medida que íbamos avanzando, una guía nos iba explicando las distintas especies, ya fueran de flora o fauna. LLegamos a un lugar en donde había una piscina, de 30 cm. de profundidad, la cual estaba formada por pequeños y cuadrados azulejos, los cuales, según explicaba la guía, reflejaban las estrellas cuando estaba de noche.
Seguimos nuestro camino, hasta encontrarnos con un conservatorio de plantas, en donde habían muchísimas especies. Seguimos, hasta una explanada, en donde en el centro se encontraba una pileta muy bonita, la cual servía como "fuente de deseos" para algunos. A un costado, había una "reja" de arbustos muy espesa, la cual colindaba con un barranco tapizado por mas arbustos. Dicho lugar, era una especie de mirador hacia el amplio mar, y era embellecido por un cañón que se encontraba ahí.
En ese lugar, comenzó el tiempo para explorar el parque de forma libre. Nos dirigimos hacia el extremo del parque (sólo algunos). Para llegar a este lugar, había que pasar por una pequeña laguna, interceptada por un puente de arco, construido de madera, en el cual habitaban hermosos patos. Luego, seguimos, hasta encontrarnos con una gruta, en donde estaba sepultado Carlos Cousiño, hijo de Luis Cousiño.
Más arriba, de dicho lugar, había una caverna, cerrada con un portón, en la cual obviamente no habitaba nada de temer, pero lucía bastante aterradora. Seguimos, y caminamos bastante, talvez más que el 90% del resto de los estudiantes, y llegamos hasta el borde del parque, en donde había una hermosa playa, claramente no apta para el baño, pero que quedaba perfecta como para la foto. Sólo nuestro grupo, junto a amigos de otro conjunto del curso, logró ver este vistoso paisaje, junto también con el gran faro.
Estabamos muy cansados, hacía mucho calor, pero sabiendo lo que faltaba, decidimos terminar nuestra expedición, para volver con el grupo principal. Recorrimos nuevamente todo el camino anteriormente descrito, y llegamos a la salida del parque (obviamente, antes nombrada como entrada). Nos aguardaba, definitivamente, la mejor experiencia del viaje.

Última parada, Chiflón Carlos

Estabamos a las afueras del Parque Isidora Cousiño. Un incidente nos acontece. Ha llegado el bus, pero nuevamente, el que pertenece al 1° B. Esta vez, los grupos no estaban regidos por cursos. Ahora los estudiantes se habían mezclado. El primero grupo, se fue hacia la mina. Nosotros esperaríamos hasta que el mismo vehículo volviera, para luego poder ir.
Gracias a Dios existe la conversación. De no ser por ella, la espera habría sido eterna. El bus finalmente llegó, y emprendimos rumbo a la gran y final travesía de nuestro viaje. Estabamos todos muertos de calor, el aire se hacía pesado. A muchos nos mantenía en pie la idea de conocer el tan famoso "Chiflón del Diablo".
El bus se fue del sector del parque y los museos, como volviendo hacia casa. Pero entramos a un sector de casas normales y corrientes, en donde ninguno pensó que se encontraría nuestro destino. La entrada, un gran portón, hacia un estacionamiento amplio y árido, no pavimentado. Nos bajamos, y como primer acto, nos formamos en dos filas, damas y varones, y nos dirijimos primero hacia el Pueblito Minero. Para esto, avanzamos por un pabellon, iniciado con un gran cartel de bienvenida, y seguido de una techumbre alta, y que oscurecía el lugar, a la derecha, teníamos un galpón en donde estaba el otro grupo equipándose con cascos mineros. A la izquierda, olvidados utencilios y maquinarias, marchitadas por el polvo y los años. Doblamos hacia la derecha, pasado los lugares ya descritos, y fuimos iluminados por el cielo azul. Nuestra vista presenció un lugar mucho más verde. Hacia la izquierda, una bajada en donde habían una especies de arcos de hierro, enormes y amarillos, y unas cuantas maquinarias, no viejas, pero en deshuso. A la derecha, un valle, en donde se formaba una especie de ronda de casas, y cerca del centro, no específicamente en este, habpia un columpio, que le daba un toque muy bonito al lugar. Este sitio era uno de los muchos en que grabaron la película Sub-Terra. Conocimos una pulpería, y una pieza de esa época, pero perteneciente a la gente de esfuerzo.
Luego, nos dirigimos hacia la techumbre, en donde nuevamente nos formamos en filas divididas por sexo. Del galpón, salió un hombre con casco, que indico el interior de este a las damas, para que pasaran a implementarse para bajar a la mina. Luego fue el turno de los hombres. A la izquierda, habían dos alumnos que no habían podido bajar a la mina porque la fobia no se los permitió. Al interior, a cada uno lo implementaban con: una especie de batería, que colgada de un cinturón, nos ponían en la cintura, de la cual salia un cable, que terminaba en una linterna redonda, que tenía que estar enganchada al casco que nos proporcionaban.
Luego de esto, nos dirigimos en la misma dirección que antes, pero ahora, pasamos de largo el sector del pueblo minero. Nos dirigimos, al Chiflón Carlos.
Después de cruzar la compuerta de inicio, caminamos unos 50 metros hasta llegar a una explanada no muy amplia, en donde al final había un ascensor bastante angosto, que lucía a simple vista muy inseguro. Comenzamos a bajar de a 6 o 7 personas. El ascensor nos llevaría a unos 40 metros de profundidad bajo el nivel del mar, equivalentes a 15 pisos de un edificio estandar. Los primeros (entre ellos, un miembro de este grupo), quedaron asombrados con la maravillosa imagen que era el comienzo de la mina. Lo mismo ocurrió con todos los demás. Ahora, nos dirigía un hombre, ya un poco gastado por los años, pero sólo físicamente. Don José Reyes, mas conocido, como ChePiero, era una verdadera biblioteca. Sabio, inteligente. Era admirable la facilidad con que explicaba hasta el mas mínimo detalle.
Él, nos indicó el camino a seguir. Nos llevó hasta la Compuerta N° 12, en donde subimos por una escalera de caracol, hecha de metal, hasta otro "piso" de la mina. Seguimos caminando, una vez que subieron todos. Don ChePiero nos saciava con información. Llegamos a un lugar en donde nos establecimos para una nueva explicación. En un momento, nos indicó que apagaramos las linternas de nuestros cascos. Fue un momento único. Uno no podía ver ni siquiera su mano, enfrente de su cara. Era como si no existiera nada más en el mundo que la oscuridad. Estuvimos al menos un minuto a oscuras. Cuando prendimos las linternas, el guía nos indico que siguieramos caminando. Llegamos a un lugar en donde había que agacharse para pasar. Por lo menos caminamos unos 100 metros de esta forma, y luego 50 más. Esto agregado al barro que había en algunos sectores, equivalió a desastre para algunos. Finalmente llegamos a la escalera final. Eran unos 30 metros hacia arriba, caminando por la cumbre, en la cual estaba establecida una baranda para poder sujetarse. Sin esta, varios habrían terminado por el suelo, ya que este estaba muy resbaladizo, gracias a las napas subterraneas.
Finalmente, volvimos al nivel del mar. Fueron aproximadamente 850 metros de travesía inolvidable. De esta manera, terminaba una de las experiencias mas lindas e innolvidables que hasta ahora nos ha tocado vivir.
Nos quitamos los utencilios, nos lavamos bien la cara, y nos dirigimos al bus. Creo que todos deseaban irse solo para descansar, pero apenas lo hicieramos, volver para poder vivir nuevamente la sensación de haber sido un hombre de pica, un dios del inframundo, un soldado del carbón, un valiente, que soportó las mas penumbrosas e injustas situaciones, pero que sin embargo, siguió en pie, para darle este hito tan grande a nuestro país.
Lamentablemente, cuando el motor del bus hechó a andar, volvimos a conectarnos con la realidad, nos dimos cuenta de que no hicimos nada de los trabajos entregados por los profesores, pero habíamos ganado al menos un poco de sabiduría y amor a nuestra cultura.

Mito del Chiflón del Diablo y Origen del Parque

El Chiflón Carlos, era una mina muy conocida entre los trabajadores lotinos, especialmente por su peligrosidad. En dicha cantera, ocurrían muchos accidentes que cobraban la vida de los mineros que por infortunio les tocaba trabajar allí.
Si Chiflón Carlos no le suena, talvés si lo haga Chiflón del Diablo. Se le llama así, porque en la mina, soplaba fuertemente el viento, formando una especie de silbido a la que se le llamaba chifla (de ahí "chiflón"), y al ser una fuente de muerte, las personas rumoreaban de que el diablo estaba a cargo de la mina, y se llevaba las almas de los trabajadores consigo cada vez que había un accidente.


El Parque Isidora Cousiño o conocido como Parque de Lota, surgió, ya que los Cousiño tenían su palacio en dicho parque, y este funcionaba como un gran patio. Luego, con el pasar de los años, obviamente esto no quedo como un patio, y se fue tomando en cuenta como una gran reserva natural y cultural. De esta forma, se fue cuidando, y manteniendo, y la Ilustre Municipalidad de Lota lo definió como el Parque Isidora Cousiño, al ser ella la más reconocida dueña e iniciadora de la mantención de este.

Sub-Terra, la denuncia de Baldomero Lillo.


Baldomero Lillo Figueroa, nació el 6 de Enero de 1867, en el pueblo minero de Lota, región del Bio-Bio, en donde se educó hasta segundo año de humanidades. Luego, trabajo como administrador de una pulpería, en la cual pudo enterarse de las crudas vivencias de los mineros lotinos, relatos con los cuales decidió escribir talvez su más destacada obra, Sub-Terra. Lillo pertenecía al mundo realista, al relatar solo realidades cotidianas en sus novelas, pero la mayoría de sus obras servían como denuncia social, por lo que se considera un naturalista nato.
Este libro, estructurado de varios cuentos, como Juan Fariña, Compuerta N° 12, El Chiflón del Diablo, entre otros, narra las injusticias y las penurias por las que debian pasar los mineros de Lota.
La principal razón por la que escribió este libro es para poder demostrar las condiciones de vida deplorables en que lo hacían estos esforzados trabajadores, y más aún, por la inaceptable situación de trabajo de los menores de edad en las minas.
En general sus otros libros se basan en realidades de la época en que vivió (fines del siglo XIX, comienzos del siglo XX), aunque relatados de forma menos cruda que en Sub-Terra.
Podemos concluir, que Baldomero Lillo fue un gran defensor de los derechos de la sociedad, y la herramienta que eligió para poder realizar dicha defensa, fue la literatura, con la que nos ha regalado grandes novelas para poder disfrutar, y a la vez saber más sobre la historia de nuestro país.

Centro de Atención

Bienvenidos al blog del grupo 7, perteneciente al 1° Medio A. Esperamos que puedas encontrar mucha información de interés sobre la Ciudad Mnera de Lota, el circuito Lota Sorprendente y la mina "Chiflon del Diablo".

Puede pasar por el pueblo minero para saber la historia de nuestra genial experiencia.

También puede encontrar material extra, como links amigos a páginas relacionadas, videos sobre el tema, y mucho más.

Miembros del Grupo 7:

- Margarita Riquelme
- Jael Cofré
- Daniela Fuica
- José Arriagada
- Sebastián Aguayo
- Eduardo Salinas

Fotos Grupo 7 y amigos